sábado, 30 de abril de 2011

De la biblioteca al campo de juego

El poeta romano Juvenal hubiera disfrutado la noche de ayer. Madrid celebró la sexta edición de la Noche de los Libros, en la que librerías, bibliotecas y otros centros culturales pretendían acercarse al gran público mediante actos y ofertas literarias de todo gusto. Pero enfrente tenía un duro competidor. Los eternos rivales, Real Madrid y Barcelona, se enfrentaban la Champions League, un pseudo asunto de estado que normalmente paraliza el país.




El asunto parecía claro, iba a haber un choque de intereses. El último barómetro de hábitos de lectura indica que la capital es la comunidad más lectora de España, un 70% de su población lee de forma habitual, mas ambos clubs también son de los que más aficionados atraen a su estadio en el mundo. Según la European Football Statistics, el Barça es el tercer equipo con más asistencia al campo, captando una media de 72.096 seguidores por encuentro, mientras que su rival es el cuarto al conseguir introducir 71.750 personas en su estadio. Si tenemos en cuenta que en su último partido el pasado 20 de abril consiguieron una cuota de pantalla del 73%, con casi quince millones de espectadores, la noche literaria iba a tener que luchar contra el espectáculo.

Como decía el lírico latino, mens sana in corpore sano. Los madrileños salieron de sus casas muy temprano para poder participar en alguno de los eventos preparados. Largas colas se formaron por ejemplo para recoger uno de los 3.000 libros gratuitos que repartían en el Instituto Cervantes. Esta institución no muestra miedo por la influencia del deporte rey, y es común ver en sus delegaciones internacionales actos relacionados con el balompié para fomentar la cultura del español, como con la proyección el año pasado de la producción «Historias de fútbol» en su sede de de Nueva York. Pero el juego preferido de los españoles pronto reclamo su rebaño, y la asistencia a estos lugares fue mermándose a medida que llegaba la hora del encuentro.

En algunas ocasiones, suele relacionarse el fútbol con la incultura. Grandes genios demuestran lo contrarios, ya que es conocido de sobra el gran interés futbolístico de figuras como Nabokov, Milan Kundera, Albert Camus o Rudyard Kipling. El deporte es vida. A pesar de ello, es motivo de poner el grito en el cielo cuando el Gobierno realiza subvenciones de 1.222.000 euros a la Federación Española de Fútbol para sus proyectos mientras que solo otorga 475.000 para el fomento de la lectura. Claro está, para el poder siempre es mejor un pueblo entretenido que instruido y, además, dinero llama a dinero.

Casi ningún acto estaba programado a la vez que el partido, y aunque así fuera, el conflicto no llegó a surgir. La población se dividió de forma pacífica en ambos intereses. Bares sin llenarse del todo y tráfico fluido en la Gran Vía madrileña eran muestra de ello. La afición no acudió en masa a sus templos futbolísticos como estaba previsto, tal vez por la indigestión producida por la aglomeración de grandes partidos en un mes. Por otro lado, muchos paseantes paraban a ver los puestos situados en las aceras, mas tampoco tomaron las calles como ha ocurrido en otros eventos por el estilo. La gente caminaba despreocupada, bolsas en mano, ajenos al bullicio del deporte rey. Como dato curioso, había muchas más mujeres que hombres en las calles. El género femenino ocupa el 60% del ratio de los lectores españoles, aunque también puede deberse al desinterés, cada vez menor, de las féminas hacia este deporte. Esta vez, el panem et circenses –pan y circo– de Juvenal no arrasó con la cultura, aunque esta tampoco tuvo una victoria «por goleada».

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