El proyecto comenzó hará unos tres meses y medio, por algo que llevábamos tiempo pensando Chiri y yo. Queríamos una revista que no necesitara publicidad para venderse, que brotara del boca a boca. Esta sería misteriosa, que no pensara en el lector, sino en nosotros mismos y, sobre todo, sin subsidios.
Eso es lo que queríamos, que el lector supiera que quiere la revista pero sin anuncios. Estamos creando una marca, del primer número solo se publicaron 10.000 ejemplares bajo pedido, son objetos de coleccionista.
Nosotros solo queríamos vender lo deseado. Por ejemplo, nos molesta mucho la publicidad, por lo que decidimos eliminarla. Durante este año se publicarán cuatro números en los que los dos haremos lo que nos dé la gana, donde participarán entre cincuenta y sesenta autores y el mismo número de editores gráficos. A partir del quinto ejemplar, no sabemos qué pasará.
En realidad, le hemos hecho una pequeña mojadita de oreja a las editoriales. De lo que vendemos, el cincuenta por ciento va directamente para los autores, no el ocho por ciento editorial. Con esto no pretendemos que cambien radicalmente un sistema del que llevan viviendo varios siglos, pero si queremos que se percaten y se conciencien poco a poco de que es posible.
Así es, al principio quisimos distribuir el número uno en papel a los particulares para crear esa imagen de marca. También sacaremos próximamente la edición para IPAD y un PDF descargable gratuito, para que todo el que quiera pueda tener acceso a la revista. Y todos nuestros autores han cobrado lo que les correspondía.
No, el número uno era especial, por eso limitamos su existencia y no se van a volver a imprimir, quien no lo pidiera a tiempo, no lo tiene. Eso lo hace un objeto de calidad. Los siguientes números serán distribuidos gracias a los libreros, lo que también indica el público que querrá comprarlos.
No, tienen una caducidad excesiva, nada con lo que se envuelven las lechugas al día siguiente podría ser objeto de deseo. Lo que nosotros hemos hecho tiene poco que ver con el periodismo.
Siempre he sido muy kamikaze, hasta que nació mi hija. De todas formas, partía de la certeza de que no sirvo para otra cosa que para escribir. Seguir los impulsos es bueno, te lleva al surco del disco que a ti te gusta. Si no, estás bailando una canción que no es la tuya.
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